La situación en la que se encuentran constituye un caso de “desprotección infantil”, que provoca en los chicos tal malestar físico y psicológico que algunos optan por huir.
Dos abogadas de Lanzarote han denunciado ante la Fiscalía y el Defensor del Pueblo las deficiencias de un centro donde están acogidos 55 menores llegados en patera en condiciones que describen como insalubres: sin limpieza, sin sábanas, sin baños aptos y entre cucarachas y hormigas.
Según un escrito, las letradas Irma Ferrer y Loueila Sid Ahmad Ndiaye advierten de que la situación en la que se encuentran los menores en la Casa del Mar de Arrecife constituye un caso de “desprotección infantil”, que provoca en los chicos tal malestar físico y psicológico que algunos optan por huir.
“La dirección del centro les empuja a vivir en la calle en condiciones infrahumanas, a pesar de ser menores tutelados por el Gobierno de Canarias y el Cabildo insular”, alertan.
La Fiscalía de Canarias ya inspeccionó ese centro el 6 de mayo y apreció deficiencias “serias” que puso en conocimiento de la Dirección General de Protección a la Infancia del Gobierno de Canarias de inmediato, ha corroborado la fiscal responsable de Extranjería en la provincia de Las Palmas, Teseida García.
Sin embargo, precisa, sus responsables alegaron entonces que iban a cerrar en 15 días. “¿Cómo es posible que no esté cerrado ya?”, señala Teseida García, quien ha visto las fotos de la Casa del Mar y concluye que no cabe más que llevar a los chicos a otro centro, “porque eso no se arregla en dos días con ellos dentro”.
El viceconsejero de Bienestar Social, Francisco Candil, va a visitar esa instalación este mismo viernes, para reunirse con el Cabildo de Lanzarote y tomar una decisión.
Desde su departamento, ya adelantan que hacía ya tiempo que tenían previsto dejar de usar esa Casa del Mar para la acogida de menores, pero no han podido hacerlo por la falta de lugares para atenderlos por ser tantos los que han llegado.
En su escrito, las dos abogadas denunciantes describen con apoyo de fotos esta situación: “espacios muy sucios, descuidados, con cables sueltos por todas partes, pinturas escamadas, sofás viejos y rotos (…) En la cocina se ven unos fregaderos muy sucios, con hormigas y se reporta también la presencia de cucarachas”.
“Los baños no cuentan con mantenimiento ni limpieza. No están aptos para el uso, mucho menos para menores”, añaden.
Su queja sobre las condiciones del centro no queda ahí, pues aseguran que la lavadora “no funciona hace mucho tiempo”, de modo que nadie lava la ropa de los menores, que no tienen ni sábanas.
“Las educadoras mencionan que alguna vez han visto la situación tan extrema que se han llevado a sus propias casas sábanas y ropa de los menores para lavar”, aseguran.
A esa situación se suma, dicen, que “todos los interruptores de luz están arrancados de las paredes y se enciende la luz acercando dos cables sueltos”, con el agravante de que hay algunos “pelados en las cabeceras de las camas”, por lo que varias veces los usuarios y trabajadores del centro han recibido descargas eléctricas.
En cuanto al trato a los usuarios, las denunciantes dicen que los menores han sufrido episodios de malos tratos, de violencia, de insultos e, incluso, han soportado expresiones racistas por parte de los responsables del centro, gestionado por una fundación privada para el Gobierno de Canarias, responsable de la tutela de los chicos.
Sobre la alimentación, recalcan que es poco saludable, que hay papas y pasta en casi todas las comidas, que en más de una ocasión se ha servido “carne recompuesta” que olía mal y que nunca se les ofrece verduras ni legumbres.
“La comida llega en cajas de plástico, a veces llega en muy mal estado, con pelos o cucarachas. Se les sirve la comida en vasija de plástico para niños y muchas veces acaban comiendo con las manos porque no hay cubiertos suficientes para todos”, relatan.
Añaden que el menú es tan malo, que con frecuencia los menores lo tiran y se hacen un bocadillo con el pan y el plátano que les sirven como postre, “como único alimento del día”.
A esas condiciones atribuyen las dos letradas los problemas de comportamiento y agresividad entre los usuarios del centro. “Se deben a que los chicos pasan hambre”, sentencian.
También advierten de que “la mayoría de los niños” acogidos en la Casa del Mar de Lanzarote “no están escolarizados” y que no se controla si los que están matriculados van a la escuela o no.
“Los testimonios alertan sobre la salud mental de los niños, sobre adicciones que no están siendo tomadas en cuenta ni mucho menos tratadas como deberían. Dicen detectar cuadros de depresiones agudas. Hay consumo de medicamentos cómo Rivotril o Diazepam. Varios menores consumen estos ansiolíticos con bebidas energéticas y alcohólicas como mecanismo de evadirse”, según hacen constar en su denuncia.
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