La especialista en sostenibilidad propone un modelo textil basado en calidad, memoria y cuidado del entorno.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
La trayectoria de Lupe Castro se sostiene sobre una mezcla de viajes, instinto artístico y una sensibilidad que convirtió la moda en una herramienta para comprender el entorno y cuidarlo. Invitada por Helena Sansiviero al programa Desde mi Hazotea en Radio Las Palmas, compartió una visión donde la estética se entiende como un acto de armonía y respeto hacia la tierra. Contó que descubrió su vocación cuando observó a su madre arreglarse antes de salir y reconoció que aquella transformación era capaz de cambiar la mirada del mundo. Ese “primer deslumbramiento”, como lo definió, marcó para siempre su relación con la moda.
Moda ética
Orígenes y mirada
A lo largo de la conversación narró que su entrada en el sector no fue inmediata, ya que primero trabajó en turismo, estudió en varios países y dirigió una empresa mayorista de viajes. Sin embargo, explicó que siempre regresaba al mismo punto que era el gusto por observar cómo las personas se expresan a través de la ropa. Recordó que en sus primeros años en retail se dio cuenta de que mostrar todas las prendas al mismo tiempo generaba confusión y que aprendió a enseñar “pieza a pieza” para permitir que cada elemento encontrara su lugar. Esa forma de trabajar, decía, se convirtió en la base de su método actual para abordar la moda ética.
La creadora reveló que su formación artística en Italia influyó en su manera de mirar, ya que entendía las colecciones como si fueran cuadros que debían ordenarse con equilibrio. Añadió que la observación y el sentido estético fueron las herramientas que la impulsaron hacia la consultoría y la curaduría, dos ámbitos donde se sentía cómoda actuando como “directora de orquesta”, coordinando fotografía, estilismo y producción para generar una obra conjunta.
Raíces y territorio
Castro sostuvo que su relación con la sostenibilidad nació también de la agricultura familiar. Hija de emigrantes canarios dedicados a la exportación de plátanos, papas y tomates, recordaba que la tierra marcaba el ritmo de la vida y que cada ciclo tenía consecuencias en lo que después llegaba a la mesa. Expresó que esa experiencia en los viñedos del municipio tinerfeño de Arafo le enseñó que “el terreno siempre devuelve lo que recibe” y que el cuidado del entorno debía convertirse en una prioridad. Destacó además la profunda conexión histórica entre Canarias y el Reino Unido, una influencia cultural que consideraba parte esencial de su identidad.
En este punto de la conversación, explicó que la belleza cotidiana podía surgir de gestos simples como colocar un mantel antiguo, recoger un ramo en el campo o conservar una prenda heredada. Consideraba que estos detalles aportan equilibrio en tiempos turbulentos, porque el arte no está solo en los museos, sino también en los gestos diarios que conectan con la memoria.
Moda y sostenibilidad
La diseñadora explicó que su objetivo actual es demostrar que la moda sostenible puede resultar creativa, accesible y estimulante. En ese sentido, uno de sus proyectos más celebrados ha sido Granca Fashion Lab, un espacio dentro del festival de música Granca Live Fest, en el que los asistentes pudieron personalizar prendas, conocer procesos de reciclaje y descubrir a jóvenes diseñadores. Defendía que esa experiencia confirmó que la sostenibilidad no implica renunciar al estilo y afirmaba que “todo el mundo puede transformar lo que ya tiene en casa”.
Mencionó también la participación del diseñador chino Jian Hui, que quedó fascinado por la cultura canaria, y destacó su capacidad para conectar con el público desde la humildad. Para Castro, ese encuentro mostró que la moda es un lenguaje capaz de unir territorios y sensibilidades distintas.
Durante la entrevista reflexionó sobre los desafíos del sector. Señaló el impacto del fast fashion, responsable de prendas de vida muy corta que generan grandes cantidades de residuos. Recordó que Canarias, por su condición insular, sufre con especial intensidad la acumulación de desechos textiles. Expuso que la nueva normativa europea obliga a los ayuntamientos a reciclar estos materiales y consideró que la medida supone un paso necesario, aunque insuficiente si no se acompaña de cambios en los hábitos de consumo.
Cuestionó la contradicción entre rechazar envíos desde plataformas asiáticas por la falta de control y aceptar prendas producidas en los mismos países por multinacionales occidentales. Consideraba que el origen compartido evidenciaba una incoherencia regulatoria que no siempre se explica al consumidor. Defendió que, más allá de políticas puntuales, el foco debe situarse en la calidad, la durabilidad y la transparencia.
Castro insistió en que las islas necesitan superar el prejuicio hacia la segunda mano, ya que lavar y cuidar una prenda vintage la convierte en una opción válida, mientras que muchas piezas nuevas llegan sin garantías reales. Afirmó que “una prenda bien hecha dura décadas” y que recuperar ropa familiar puede transformarse en un acto de vínculo emocional y memoria.
La mirada de Lupe Castro propone un equilibrio entre expresión personal, creatividad y responsabilidad. Su trabajo invita a reconsiderar el valor de lo que vestimos y a comprender que la sostenibilidad, lejos de limitar, abre nuevas formas de crear. En un archipiélago que necesita proteger su entorno, su voz emerge como una guía para un futuro más consciente y más cercano al territorio.
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