César Manrique nació el 24 de abril de 1919 en Arrecife, en el seno de una familia de clase media. Este 24 de abril de 2019 se cumplen 100 años del nacimiento de unos de los hombres más importantes de Canarias.
César Manrique Cabrera (Arrecife, Lanzarote, 24 de abril de 1919 - Teguise, Lanzarote, 25 de septiembre de 1992) fue un pintor, escultor y artista canario. Compaginó su obra con la defensa de los valores medioambientales de Canarias. Buscó la armonía entre el arte y la naturaleza como espacio creativo. Obtuvo, entre otros, el Premio Mundial de Ecología y Turismo y el Premio Europa. Nació el 24 de abril de 1919 en Arrecife, en el seno de una familia de clase media,1 y desde muy temprana edad evidenció su facilidad para el dibujo y su admiración por autores como Picasso, Matisse y Braque.2 Su infancia transcurrió entre el Charco de San Ginés —zona de Arrecife cercana al puerto y núcleo original de la población— y la Caleta de Famara, lugar que inspiró su posterior vinculación con la defensa del patrimonio natural de la isla de Lanzarote. Tiene una mujer llamada María José Gámez Santiago, la cual ha dado clases en el CEIP Alfonso Spínola, en Tenerife. Al estallar la Guerra Civil Española en 1936, se alistó como voluntario en el bando franquista, sirviendo en el cuerpo de artillería de Ceuta y combatiendo más tarde en distintos frentes peninsulares. Nunca quiso hablar de su atroz experiencia en la guerra, y al regresar a casa en 1939, aún vistiendo el uniforme, se despojó de la ropa, la pisoteó con rabia y le prendió fuego.12 Concluida la guerra, ingresó en la Universidad de La Laguna para estudiar arquitectura técnica, pero después de dos años abandonó la carrera para trasladarse a Madrid y, gracias a una beca concedida por la Capitanía General de Canarias, ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando donde se graduó como profesor de arte y pintura en 1945. Ya en 1942 tiene lugar su primera exposición individual en Arrecife, y con el auge del surrealismo en la década de 1950 funda la galería Fernando Fé, la primera galería no figurativa de España. Durante esa época realizó murales en Lanzarote, como el del Aeropuerto de Guacimeta y el parador de Turismo de Arrecife, y en la península, y expone su trabajo en varios países. En 1964 se trasladó a Nueva York donde expuso, entre otras, en la Galería Catherine Viviano y tuvo contacto con las corrientes artísticas norteamericanas. En 1966 se instala definitivamente en Lanzarote, donde comenzaba a desarrollarse el sector turístico. A partir de 1973 comienza su estrecha colaboración con el arquitecto Fernando Higueras, quien en 1962 había proyectado la casa de César Manrique en Camorritos, en las afueras de Madrid. Ambos acometen diversos proyectos dentro de la isla lanzaroteña, comenzando por las obras del Mirador del Río. Durante las décadas de los 70 y 80 tiene lugar una importante actividad como creador de espacios perfectamente integrados en el entorno natural. También participó en proyectos en otras islas del archipiélago y otros lugares de España, como el Centro Comercial La Vaguada 1983 en Madrid. En 1988 traslada su residencia a su nueva casa de Haría, construida y decorada por Manrique y publica "Escrito en el fuego". Murió en un accidente de tráfico el 25 de septiembre de 1992, cerca de la sede de la fundación que lleva su nombre, inaugurada en marzo de ese mismo año. La Fundación, ubicada en la antigua residencia del artista en Taro Tahíche, acoge hoy en día sus obras (esculturas, dibujos, pinturas...) y las de otros artistas. Su hermana gemela, Amparo falleció el 13 de noviembre de 2018. Los diez imprescindibles de Manrique por Eloy Vera
Estas son diez de sus obras imprescindibles en campo como la arquitectura, la escultura, la pintura y la botánica, ocho de ellas repartidas en su pequeña isla... Y un añadido.
1.- JAMEOS DEL AGUA (1968)
Es la primera gran actuación de César en el paisaje de Lanzarote, creada en medio de un espectacular espacio geológico, en Haría, después de que el artista recuperara un tubo volcánico, por el que corrió la lava del volcán de la Corona, para crear un lugar de simbiosis entre el hombre y la naturaleza.
Sorprenden las formas con las que trazó un espacio de armonía entre arte y naturaleza y de contrastes a través de vegetación, paredes volcánicas y el azul de una piscina junto a un lago donde habita una especie endémica de cangrejo ciego y un auditorio, inserto en el jameo (oquedad en la lava), con magníficas cualidades acústicas.
2.- TARO DE TAHÍCHE (1968)
Durante uno de sus paseos por la isla, César descubrió unas burbujas volcánicas sobre la lava de las erupciones ocurridas entre 1730 y 1736 en Lanzarote. Dentro de una de ellas encontró un taro, una construcción que servía de refugio a los pastores.
Manrique usó aquel capricho de la naturaleza para construir una vivienda sobre la colada con estancias repartidas por cinco burbujas naturales y adecuó un jameo como zona de esparcimiento y piscina.
El Taro de Tahíche combina el lenguaje moderno en su interior con elementos de la arquitectura tradicional en el exterior. La casa fue un lugar cosmopolita, refugio de personalidades de la cultura y la política que llegaban atraídos por la personalidad de Manrique. Hoy alberga la sede de su Fundación.
3.- CASA MUSEO DEL CAMPESINO (1968)
Ubicada en el centro geográfico de Lanzarote, entre San Bartolomé y Mozaga, se halla la Casa Museo del Campesino, un conjunto arquitectónico que rinde homenaje a la figura del agricultor local.
El complejo se comenzó en 1968 con la creación de una gran escultura abstracta en piedra "Fecundidad", a la que siguieron un conjunto de edificaciones arquitectónicas, con fines museísticos, inspiradas en el modelo de la vivienda popular isleña con el característico blanco en sus muros y el verde en las maderas de puertas y ventanas.
4.- LAGO MARTIÁNEZ (1971-77)
El regreso de Manrique a Canarias, tras años residiendo en Madrid y Nueva York, coincidió con el despegue turístico del archipiélago. César lideró algunos proyectos cuyo objetivo se centraba en regenerar núcleos costeros como el de Puerto de la Cruz, en Tenerife, sumido en plena vorágine turística.
Allí ideó una auténtica obra de ingeniería con un lago artificial con cinco islas dentro. La central, la más grande, con una parte bajo el nivel del mar con un restaurante, salas de fiesta y jardines. Manrique incorporó al proyecto una serie de grandes esculturas entre las que destacan Monumento al Mar y Homenaje a Wilhelm Reich, inventor del orgón.
5.- MIRADOR DEL RÍO (1973)
El Mirador del Río es otra de las obras donde Manrique plasma, a través de una sucesión de detalles artísticos y arquitectónicos, el respeto e integración de la naturaleza y el empleo de soluciones constructivas y técnicas novedosas que hacen del edificio una muestra de arquitectura moderna.
Situado cerca de una antigua batería militar del siglo XIX, a 400 metros de altitud en el Risco de Famara, César contó con el arquitecto Eduardo Cáceres y el asesor técnico y artístico Jesús Soto para crear un mirador, sobre la atalaya, desde donde contemplar La Graciosa y el resto del Archipiélago Chinijo.
La fachada es una pantalla escalonada, que recuerda los antiguos bancales de la agricultura local, realizada en lava. En su interior, situado en la hondonada que resulta de perforar el monte, sobresalen los grandes ventanales y dos esculturas con chapas y alambres, realizadas por Manrique.
6.- COXIS ENTERRADO (1975)
El lienzo "Coxis enterrado" es una muestra del camino que toma el arte de César a partir de los setenta, con alusiones primigenias introduciendo en su pintura formas de animales fósiles enterrados o incrustados en coladas volcánicas.
Los restos mortales de animales y de partes anatómicas deformadas por los pigmentos y el polvo se congelan geológicamente bajo las capas de materia pictórica. Según la doctora en Historia del Arte, Violeta Izquierdo, "son expresiones primitivas y testimonio de la dualidad entre el hombre actual y los tiempos remotos".
7.- MURALES DE LAVA DEL HOTEL LAS SALINAS (1977)
La prolífica creación de César, interrumpida en 1992 con su muerte en un accidente de tráfico, incluye una interesante labor como muralista con ejemplos repartidos por San Sebastián, Tenerife, Gran Canaria o Lanzarote.
Sobresalen los dos murales del Hotel las Salinas de Costa Teguise, fechados en 1977 y realizados con lava basáltica negra y con tratamiento basáltico de escayola que acentúan la expresión hacia la abstracción y la geometrización.
8.- CENTRO COMERCIAL LA VAGUADA (1983)
Ubicado en el madrileño barrio del Pilar, la presión vecinal y la de los pequeños comerciantes, que querían el solar para parque y zona de recreo, no pudo frenar la apertura del primer gran centro comercial de España en 1983.
César ideó, junto al arquitecto José Ángel Rodrigo, un diseño creativo vinculado a la naturaleza donde entremezcla elementos comunes en su obra como el agua, la luz y la vegetación a través de cascadas, zonas de descanso, que imitan rocas volcánicas, grandes jardineras y una terraza con lucernario y pirámides de cristal por donde entra la luz natural protegida por unas velas que impiden el calor y reflejan la luz lunar por las noches.
9.- JARDÍN DE CACTUS (1990)
Construido sobre una antigua zona de extracción de áridos en Guatiza, convertida en basurero, el Jardín de Cactus fue la última gran intervención de Manrique en Lanzarote.
La rehabilitación de este paisaje degradado dio lugar a un conjunto estético donde el artista plasma la idea de jardín como espacio simbólico y real en el que se entremezcla el cromatismo de las piedras de lava que rodean el conjunto con el exotismo de centenares de cactus procedentes de Canarias y otras partes del mundo.
10.- JUGUETES DEL VIENTO (A PARTIR DE 1990)
Una parte importante de la escultura de César Manrique la conforman los móviles, bautizados por el artista como juguetes del viento, unas estructuras pesadas de hierro compuestas de esferas, círculos, pirámides... que con el alisio cobran vida y se vuelven etéreas y sin peso.
César asoció su imagen a los molinos de viento, comunes en el pasado en Lanzarote, y planeó poblar su geografía con estos artilugios sustitutorios ante la desaparición paulatina de los molinos.
La muerte de Manrique ralentizó un proyecto que más tarde se fue ejecutando a partir de los bocetos del artista y ocupando lugares estratégicos de Lanzarote.
EXTRA.- LANZAROTE, EL ARTE Y LA NATURALEZA
Para muchos, la mayor contribución de Manrique al mundo del arte está relacionado con el cuidado a la naturaleza y el compromiso ecologista que abanderó en defensa del territorio insular. El binomio arte y naturaleza marcó su propuesta estética y su vida.
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