La confianza en el sistema sanitario y el compromiso del paciente marcan el éxito del proceso.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
El trasplante renal no empieza en el quirófano ni termina con el alta hospitalaria. Es un proceso largo y complejo que exige ciencia, coordinación sanitaria y fortaleza emocional. Así se expuso en el programa Dcultura y Salud, que dirige y presenta Juan Carlos Jiménez en Radio Las Palmas, donde profesionales del Hospital Insular de Gran Canaria y una paciente trasplantada compartieron una certeza común: para afrontar este camino, la cabeza debe estar tan preparada como el cuerpo.
El espacio radiofónico permitió acercar a la audiencia una realidad que va más allá de la técnica médica y que se sostiene sobre valores, confianza y responsabilidad compartida entre el sistema sanitario y el propio paciente.

De izquierda a derecha, Sarai Betancor, Juan Carlos Jiménez, Noa Díaz y Sara Afonso, en la mesa del Estudio 1 de Radio Las Palmas. Todos con mascarilla, responsabilidad sanitaria con la que llegan desde el ámbito hospitalario.
Un sistema que funciona porque hay valores
España lidera la donación y el trasplante de órganos a nivel mundial gracias a un modelo basado en la solidaridad y el altruismo. La coordinadora de Trasplantes del Hospital Insular, Sarai Betancor, lo expresó con claridad durante el programa: «Tenemos que sentirnos orgullosos porque España es líder a nivel mundial en donación y trasplantes».
Ese liderazgo se apoya en una organización compleja y bien engranada en la que conviven la Organización Nacional de Trasplantes, las coordinaciones autonómicas y los equipos hospitalarios. Aunque el sistema se basa en el consentimiento presunto, la familia siempre es consultada. Por eso Betancor insistió en la importancia de dejar constancia de la voluntad personal: «Es fundamental hacer las manifestaciones anticipadas de voluntad para que se respete lo que una persona quería hacer con sus órganos».
La dimensión social del proceso queda clara al observar su impacto real. «Un solo donante puede salvar hasta ocho o diez personas, sumando órganos y tejidos», matizó la coordinadora, poniendo rostro humano a unas cifras que hablan de vida y de compromiso colectivo.
El trasplante renal explicado desde la medicina
Desde el punto de vista clínico, el trasplante renal es la mejor opción terapéutica para muchos pacientes con enfermedad renal avanzada. La nefróloga Noa Díaz lo resumió de forma directa: «Un trasplante de riñón es implantar un riñón sano en una persona cuyos riñones ya no funcionan correctamente».
Cuando la función renal se pierde casi por completo, entran en juego distintas alternativas como la diálisis o el trasplante. «Dentro de la terapia renal sustitutiva, el trasplante es la mejor opción si el paciente es candidato», afirmó Díaz, recordando además que la enfermedad renal suele avanzar sin síntomas visibles.
No existe una edad límite estricta para recibir un trasplante. Así lo explicó la nefróloga Sara Afonso, que puso el acento en el beneficio real para la persona. «Lo prioritario es que el paciente esté en condiciones óptimas y que el trasplante mejore su supervivencia o su calidad de vida». En Canarias, además, la diabetes y la hipertensión siguen siendo factores determinantes. «La diabetes es la primera causa de enfermedad renal que lleva a necesitar tratamiento sustitutivo en Canarias», señaló.
Todo este proceso requiere un trabajo coral y altamente coordinado. «Detrás de un trasplante hay más de cien profesionales implicados», recordó Sarai Betancor, destacando la necesidad de formación constante y precisión en cada fase.

De izquierda a derecha, junto al photocall de Radio Las Palmas, Sara Afonso, nefróloga; Saray Betancor, enfermera, y Noa Díaz, nefróloga, tras su participación en el programa dedicado al trasplante renal.
«Es una segunda oportunidad que te da la vida»
La voz del paciente aporta la dimensión más cercana del trasplante. Paula Suárez, paciente trasplantada renal y presidenta de ALCER, relató cómo su vida cambió tras la intervención. «Ya no dependes de una máquina, puedes hacer cosas que antes tenías restringidas y recuperas energía», explicó.
La adaptación, sin embargo, no es inmediata. Tras años de limitaciones, volver a la normalidad genera dudas y temores. «Al principio te da miedo beber agua o comer cosas que antes no podías; es una lucha hasta que vuelves a confiar», confesó. Esa experiencia personal da sentido a una frase que resume todo el proceso: «Para el trasplante hay que tener muy bien amueblada la cabeza».
Para Paula, el trasplante es una oportunidad que exige responsabilidad y serenidad. «Es una segunda oportunidad que te da la vida y tú decides cómo vivirla, siempre con control y siguiendo las indicaciones médicas», afirmó. Su mensaje final para quienes esperan un trasplante apela a la calma, la paciencia y la confianza en los equipos sanitarios.
El programa dejó también una llamada clara a la prevención. Controlar la presión arterial, la diabetes y acudir a revisiones periódicas puede evitar llegar a situaciones límite. Cuidar los riñones a tiempo sigue siendo la mejor forma de no tener que llegar nunca al quirófano.
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