La vigilancia científica detecta anomalías en la isla mientras los expertos insisten en reforzar la preparación ante futuros escenarios volcánicos.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
La reciente aprobación de la Ley 5/2025 de los Volcanes de Canarias, una normativa impulsada desde la ciudadanía palmera tras la erupción del Tajogaite, establece un marco legal para la protección, reconstrucción y recuperación ante fenómenos volcánicos en el Archipiélago. La ley incorpora medidas para reforzar la seguridad, ordenar la rehabilitación de infraestructuras y garantizar la atención a las comunidades afectadas.
En este contexto, el programa Cosmópolis de Radio Las Palmas, dirigido por Héber Martín y Cristina Corsali, conversó con Itahiza Domínguez, doctor en Física y director del Instituto Geográfico Nacional en Canarias. Sus explicaciones permiten conocer el estado actual de la sismicidad, el papel de la ciencia en la vigilancia volcánica y los retos que afronta la población canaria ante un territorio vivo y cambiante.

El volcán Tajogaite, activo entre septiembre y diciembre de 2021, sigue recordando la importancia de la vigilancia constante en un archipiélago donde la actividad volcánica forma parte del paisaje y de la vida cotidiana.
Actividad y vigilancia
¿Cuál es la misión principal del Instituto Geográfico Nacional en Canarias?
La vigilancia volcánica constituye la prioridad del organismo, ya que permite alertar a las autoridades ante cualquier actividad anómala capaz de desembocar en una erupción. La institución mantiene redes de sismología, cartografía y observación del territorio que complementan ese trabajo diario y que resultan esenciales para comprender cómo evoluciona el archipiélago. Esta labor incluye el seguimiento de terremotos y tsunamis, junto a un análisis constante de señales que ayuden a anticipar fenómenos que puedan afectar a la población. Se trata de una responsabilidad amplia que exige coordinación científica y tecnológica.
¿Cómo describir la situación sismológica actual en Canarias?
El escenario se mantiene en una fase de calma relativa, aunque la sismicidad es continua y forma parte de la actividad natural de un territorio volcánico. Enjambres sísmicos como el reciente en Agaete, con decenas de eventos en pocos días, ilustran esa dinámica que no debe interpretarse como una amenaza inmediata. En Tenerife se observa desde hace años una anomalía por encima de la media, pero no supone una señal inequívoca de una erupción próxima. El archipiélago es un sistema vivo y, tarde o temprano, volverá a registrar un proceso eruptivo, aunque no se pueda precisar cuándo.
Erupciones futuras
¿Es realista contemplar una erupción en el Teide o en otros puntos de Tenerife?
La probabilidad más alta recae en una erupción basáltica dentro del campo monogenético, donde han surgido la mayoría de los procesos históricos. El sistema Teide-Pico Viejo también puede activarse, aunque sus erupciones son menos frecuentes y suelen espaciarse mucho en el tiempo. Tenerife, al concentrar gran parte de la población canaria, presenta una vulnerabilidad elevada que incrementa el riesgo asociado a cualquier episodio. La experiencia de La Palma muestra que la destrucción material puede ser amplia, aunque la pérdida de vidas suele ser baja si la alerta se gestiona de forma adecuada.
¿Qué consecuencias tendría una erupción en zonas pobladas de Tenerife?
Los daños serían probablemente mayores que en La Palma debido a la densidad urbanística y la extensión de las áreas residenciales. La peligrosidad no se incrementa respecto a otras islas, pero sí la exposición de viviendas, carreteras y servicios esenciales. Las coladas de lava resultan difíciles de detener y cualquier comunidad ubicada en su trayectoria afrontaría una afección severa. La clave radica en mantener la capacidad de detección temprana y en aplicar protocolos de evacuación, lo que permite minimizar el impacto sobre la población. La historia demuestra que la prevención es el mejor recurso en estas situaciones.
Monitoreo y preparación
¿Qué medidas de vigilancia son prioritarias para reducir riesgos?
La sismología, la deformación del terreno y los gases volcánicos conforman el núcleo de la vigilancia. Los instrumentos actuales permiten detectar intrusiones magmáticas, cambios en la presión interna y emisiones que alertan sobre un posible proceso eruptivo. La experiencia en La Palma evidencia la utilidad de estas redes, que continúan ampliándose con sensores capaces de ofrecer información en tiempo real. La elaboración de mapas de peligrosidad y la cooperación con servicios de protección civil constituyen herramientas básicas. Todo ello permite tomar decisiones rápidas durante una emergencia y definir zonas seguras para la población.
¿Cómo evolucionan los efectos posteriores a la erupción de La Palma?
La sismicidad ha ido decayendo y el cono continúa enfriándose, aunque aún mantiene emisiones de gases. Las coladas, con espesores que alcanzan decenas de metros, conservan calor interno y se contraen lentamente. El dióxido de carbono sigue acumulándose en algunas áreas de Puerto Naos y La Bombilla, donde se registran concentraciones muy peligrosas que llegan a porcentajes inusuales. La instalación de más de mil sensores ha permitido que gran parte de la población regrese, aunque quedan viviendas no habitables. La rehabilitación de carreteras también se complica por la temperatura subterránea que perdura en varios tramos.
Preparación y simulacros
¿Qué valoración merece el simulacro realizado en Garachico?
El ejercicio resultó valioso porque permitió practicar protocolos del Plan Insular de Emergencias y del Pevolca en un contexto de calma, algo fundamental para adquirir destrezas. La participación de evaluadores europeos añadió rigor al proceso y reforzó la coordinación entre administraciones. El simulacro incluyó evacuaciones, reuniones científicas y tareas de seguimiento, lo que ayudó a detectar fortalezas y puntos a mejorar. La utilidad de estos ejercicios radica en crear un conocimiento compartido entre equipos técnicos y responsables públicos. Gracias a ello se fortalecen las capacidades para futuras emergencias volcánicas.
¿Qué papel desempeña la ciencia y la divulgación en este tipo de fenómenos?
La comprensión del vulcanismo canario exige un esfuerzo continuo de comunicación para que la ciudadanía entienda los procesos que se desarrollan bajo sus pies. La accesibilidad de la información reduce la incertidumbre y permite que la población siga con claridad las indicaciones de las autoridades. La ciencia aporta datos que ayudan a evitar rumores, mientras que la divulgación traduce ese conocimiento en mensajes útiles. La experiencia demuestra que la respuesta social mejora cuando el público conoce el contexto. Una sociedad informada actúa con mayor responsabilidad durante las fases críticas.
Geotermia y tecnología
¿Tiene Canarias potencial para desarrollar energía geotérmica?
Existen posibilidades reales, aunque el archipiélago no se asemeja a Islandia o a las Azores, donde el calor se encuentra en zonas más accesibles. En Canarias sería necesario perforar a gran profundidad para aprovechar esa energía, un desafío técnico que aún se estudia. La investigación continúa y varios proyectos tratan de evaluar la viabilidad económica y geológica. La búsqueda de energías alternativas resulta estratégica para reducir la dependencia de combustibles fósiles. La geotermia podría complementar otras fuentes renovables si se confirman reservas aprovechables en condiciones adecuadas. La inversión inicial determinará los avances futuros.
¿Qué uso tiene la inteligencia artificial en la vigilancia volcánica?
Los sistemas basados en aprendizaje profundo permiten localizar terremotos con más rapidez y detectar señales que antes pasaban desapercibidas. Durante la crisis previa a la erupción de La Palma se consiguió multiplicar por cinco el número de eventos identificados, lo que ofreció una visión más clara de la evolución del proceso. La IA automatiza tareas antes realizadas manualmente y libera tiempo para el análisis científico. En el futuro podría emplearse para generar pronósticos, aunque se necesitan más datos locales para lograr precisión. La tecnología representa un avance notable frente a los métodos tradicionales.
Riesgos y percepciones
¿Existe relación entre el cambio climático y el aumento de actividad volcánica o sísmica?
No hay evidencia científica que respalde esa conexión. La Tierra mantiene un número estable de erupciones y terremotos a nivel global y las variaciones responden a ciclos propios de cada región. El cambio climático afecta a la superficie del planeta, pero los procesos volcánicos ocurren a gran profundidad, donde las condiciones son completamente distintas. La sensación de incremento se debe a la mayor disponibilidad de información y a la rapidez con la que se difunden las noticias. La vigilancia sigue centrada en factores geológicos que sí tienen impacto directo sobre la actividad interna. La prudencia aconseja seguir basándose en datos contrastados.
¿Hay volcanes submarinos cercanos que representen una amenaza real?
El vulcanismo de Canarias es mayoritariamente monogenético, por lo que cada erupción crea su propio foco y no depende de estructuras preexistentes. Existen conos submarinos alrededor de varias islas, pero la mayoría se encuentra a profundidades que impiden que una posible erupción alcance la superficie. Solo un evento muy próximo a la costa podría generar explosiones debido al contacto con el agua, aunque su probabilidad es baja. El llamado Volcán del Medio, situado entre Tenerife y Gran Canaria, tampoco supone un riesgo significativo por su gran profundidad. El escenario más razonable sigue siendo una erupción terrestre similar a las históricas.

Un dron de vigilancia sobrevuela una zona volcánica activa, una herramienta clave para reforzar el control científico y mejorar la respuesta ante cualquier signo de reactivación.
La entrevista con Itahiza Domínguez ofrece un retrato claro de un archipiélago que convive con su origen volcánico y que dispone hoy de mejores herramientas para anticipar riesgos. La vigilancia, los simulacros, la ciencia y la divulgación se consolidan como pilares de una preparación que busca proteger a la población ante futuros episodios. La experiencia reciente demuestra que la gestión adecuada reduce daños y evita tragedias. Canarias observa su subsuelo con atención mientras avanza en tecnología y conocimiento, consciente de que la mejor respuesta ante la incertidumbre es reforzar la prevención y mantener la confianza en el trabajo científico.
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