El proyecto del doctor Luca Omizzolo impulsa una nueva cultura sanitaria basada en la empatía, la igualdad y el respeto hacia todas las personas.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
El doctor Luca Omizzolo, médico de urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria, fue entrevistado por Juan Carlos Jiménez en el programa DCultura y Salud de Radio Las Palmas. En la conversación explicó los fundamentos de Urgencias más inclusivas, una iniciativa pionera que transforma la atención en los servicios de urgencias hacia un modelo donde la inclusión y la humanidad son los ejes del cuidado al paciente.
Los doctores Juan Carlos Jiménez y Luca Omizzolo posan en el photocall tras la entrevista en Radio Las Palmas.
Origen del proyecto
¿Cómo nació la idea de “Urgencias más inclusivas”?
Nació de la experiencia cotidiana en el hospital. En urgencias se vive un ritmo vertiginoso, con un flujo constante de personas y realidades distintas, y a veces no se alcanza a percibir la falta de conexión emocional con el paciente. Observé que muchas personas se sentían desorientadas, vulnerables o discriminadas, especialmente quienes pertenecen a minorías o grupos sociales más frágiles. Entendí que nuestra labor no debía quedarse en lo clínico, sino abarcar el bienestar completo del ser humano, también el psicológico y emocional.
¿Qué te impulsó a convertir esa observación en un proyecto estructurado?
Sentí la necesidad de ir más allá de la buena voluntad individual y generar un cambio real dentro del servicio. El proyecto surgió como una forma de unificar esfuerzos y ofrecer formación que dotara al personal de herramientas prácticas. Queríamos crear un espacio donde la empatía y el respeto no fueran eslóganes, sino prácticas concretas. Urgencias más inclusivas es una propuesta que convierte la sensibilidad en método y la humanidad en estructura de trabajo.
Formación y objetivos
¿Cuáles son los principales objetivos que se ha marcado el programa?
El objetivo central es garantizar una atención sanitaria completa que no se limite a tratar enfermedades, sino que también cuide la dignidad y las emociones del paciente. Queremos que todos los profesionales desarrollen lo que llamamos “competencia cultural”, es decir, la capacidad de entender, respetar y responder adecuadamente a la diversidad de las personas que atendemos. Buscamos eliminar barreras comunicativas, fomentar la empatía y que la inclusión sea una práctica habitual, no una excepción.
¿En qué consiste la formación que están recibiendo los profesionales?
Cada miércoles realizamos talleres de media hora, con la colaboración de asociaciones especializadas en distintos ámbitos de la diversidad. Empezamos con Funcasor, para mejorar la atención a personas sordas, aprendiendo nociones básicas de lengua de signos. Luego abordamos el autismo con ADEPSI, la atención a mujeres víctimas de maltrato, el trato respetuoso hacia el colectivo LGTBIQ+ junto a GAMÁ, y finalizamos con la atención a personas migrantes. Cada módulo dura dos meses y combina teoría, práctica y reflexión sobre el trato humano.
Diversidad y trato humano
¿Qué casos o realidades te hicieron ver la necesidad de este cambio?
He visto a pacientes sordos que no comprendían lo que sucedía a su alrededor, o mujeres que acudían por ansiedad y terminaban confesando situaciones de maltrato. También a migrantes agotados tras cruzar el mar, que además del daño físico traían miedo, soledad e incertidumbre. Esas experiencias me hicieron entender que la medicina sin empatía se queda incompleta. No basta con tratar un diagnóstico: hay que cuidar también la confianza y la dignidad del paciente que sufre.
¿Cómo deben actuar los profesionales ante esa diversidad?
Debemos mantener una actitud aséptica en el sentido más humano: sin prejuicios ni discriminación. El hospital debe ser un refugio, no un lugar que aumente la vulnerabilidad. A veces un gesto sencillo, como mirar a los ojos o explicar con calma un procedimiento, puede marcar la diferencia. El contacto humano tiene un valor terapéutico incalculable. En urgencias, donde todo ocurre deprisa, es esencial no perder esa conexión que hace que el paciente se sienta acompañado y comprendido.
Alcance y futuro
¿A quiénes se dirige el proyecto dentro del hospital?
Comenzamos con los médicos de urgencias, que somos la primera puerta de entrada del hospital. Pero la idea es extenderlo a todo el personal sanitario: enfermeros, celadores, auxiliares y administrativos. Todos tenemos un papel fundamental en la experiencia del paciente. La dirección del hospital ha apoyado plenamente la iniciativa, y el objetivo es que se convierta en una formación continua y obligatoria, integrada en la cultura institucional del centro.
¿Cómo ha reaccionado el equipo ante la propuesta?
La acogida ha sido muy buena. Muchos compañeros reconocen que necesitábamos espacios de reflexión sobre nuestra forma de atender. Los talleres no solo aportan conocimiento, sino también orgullo profesional. Hemos descubierto que una atención más inclusiva mejora la relación con los pacientes y reduce tensiones dentro del equipo. Esa transformación no solo beneficia al usuario, también humaniza la labor de quien cuida y recuerda por qué eligió esta profesión.
Humanización y valores
¿Qué lugar ocupa la humanización en la sanidad actual?
La humanización no es un lujo ni una moda, es una necesidad estructural. La tecnología y los avances médicos deben ir acompañados de humanidad, porque la salud es una experiencia emocional y social, no solo biológica. Ser culturalmente competente significa mirar al paciente sin filtros, entender su contexto y acompañarlo con respeto. Si el siglo XXI tiene que dejar una huella positiva, debe ser la de una sanidad que combine ciencia, empatía y justicia social.
La entrevista con el doctor Luca Omizzolo muestra un cambio profundo en la forma de entender la atención médica. «Urgencias más inclusivas» convierte la empatía en un valor organizativo y sitúa la dignidad humana en el centro del sistema sanitario. Este proyecto pionero del Hospital Insular de Gran Canaria demuestra que la excelencia médica no se mide solo en recursos o tecnología, sino en la capacidad de reconocer la diversidad y responder a ella con sensibilidad y respeto. La verdadera innovación, como afirma Omizzolo, empieza cuando el profesional ve a la persona antes que a la enfermedad.
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